Las crisis, como la que anticipamos para el 2023, son períodos críticos para focalizarnos en las oportunidades, que pueden favorecer un "aterrizaje suave". El comercio global ha sido afectado por niveles record de inflación, disrupción de las cadenas de abastecimiento, cambio climático, incremento en los costos de combustible, inseguridad alimentaria y altos niveles de deuda pública, resultantes en parte por de la pandemia COVID-19, que imponen mayores retos a las economías pequeñas, incluyendo a los países de la región Centroamericana. En medio de este contexto, tenemos la ventaja de vivir en un mundo interconectado, donde la innovación y la tecnología constantemente re-definen la forma como las empresas hacemos negocios, buscamos procesos más eficientes y tiempos de respuesta más rápidos. Globalmente, vivimos en la sociedad del conocimiento, donde tenemos acceso ilimitado a información, demandamos servicios de entrega a tiempos y costos mínimos. Acá es donde Centroamérica tiene la gran oportunidad de re-inventarse como Región para conectarse mejor a las cadenas de abastecimiento globales, dada su posición geográfica, una población joven, sectores productivos dinámicos y su interconexión a los mercados.
Los gobiernos están ajustando mecanismos de respuesta y revisando las políticas públicas para atender las prioridades y oportunidades de las empresas y los consumidores, y en estos esfuerzos, la facilitación del comercio es parte fundamental. Durante el foro sobre “Facilitación del Comercio, una Hoja de Ruta para la Reactivación Económica” que se realizó en Antigua Guatemala, en Noviembre 2022, los actores clave públicos y privados concluyeron que “la facilitación del comercio ha probado ser una fuente de resiliencia para las economías centroamericanas”. La Región debe continuar mejorando el clima de negocios, que implica en parte, reducir los costos de importar y exportar, eliminar las trabas innecesarias y obsoletas, así como los cuellos de botella, la excesiva documentación física y ver más allá del cumplimiento de los Acuerdos Internacionales. Debemos focalizarnos en cómo, la facilitación del comercio ayudará a los procesos clave que vinculan al sector productivo a las cadenas de valor globales, para que las empresas puedan acceder insumos y materias primas de alta calidad a costos competitivos, mejorar la competitividad logística y asī entregar los productos con menores tiempos de respuesta en los mercados destino.
Hace cinco años, en el año 2017 los 160 Miembros de las Organización Mundial del Comercio (OMC) comenzaron la implementación de una serie de medidas para mejorar los procedimientos de comercio, contenidas en el Acuerdo de Facilitación del Comercio (AFC). La experiencia en ese entonces, indicaba que por medio de mejora en las publicaciones de información, mayor transparencia en los procesos, simplificación y digitalización, mayor coordinación entre las agencias de control fronterizo, y el diálogo público privado, los retrasos e ineficiencias en el comercio internacional pueden reducirse, contribuyendo al crecimiento económico. En algunas regiones (como la nuestra) los costos de cumplimiento de controles fronterizos se estimaron equivalentes a un 30% de un arancel ad-valorem, y se estimó también que la implementación de las medidas de facilitación de comercio podrían contribuir a un crecimiento del 2.6% del PIB, y un 9% del comercio global (CEPAL, 2017). Ante la premisa que la facilitación del comercio ayuda a reducir los costos de cumplimiento, y a su vez a incrementar el comercio y el crecimiento económico, la comunidad de desarrollo internacional depositó grandes expectativas en el Acuerdo de Facilitación del Comercio, y sobre todo, en su potencial para incluir a las micro, pequeñas y medianas empresas en el comercio internacional.
Estos esfuerzos están en camino. Los gobiernos, el sector privado, los organismos multilaterales y los donantes han movilizado importantes recursos para implementar la facilitación del comercio. Recientemente, la Secretaría de Integración Centroamericana (SIECA) con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo, el Grupo del Banco Mundial, la Unión Europea y USAID implementó la Estrategia Centroamericana de Facilitación de Comercio y Competitividad, con avances importantes en los mecanismos de transmisión electrónica, medición de tiempos de despacho e iniciativas piloto de cooperación entre agencias fronterizas. Después de esta primera etapa, la Región esta equipada con mecanismos de transmisión de declaraciones anticipadas aduaneras que permiten agilizar los procesos en fronteras. Se completó un Estudio de Medición de Tiempos de Despacho de mercancías, con una metodología de alto nivel validada por la Organización Mundial de Aduanas, que sirve como línea de base para un proceso de mejora continua del comercio regional. Varios países de la Región han puesto en marcha programas de Operadores Económicos Autorizados para fortalecer la confianza y el intercambio de información entre las Aduanas y las empresas; así como una plataforma digital que permitirá interconectar la las agencias de control fronterizo. Sobre todo, Centroamérica cuenta con una institucionalidad y gobernanza que permite continuar con los esfuerzos conjuntos de los seis países hacia la profundización de la integración económica regional del comercio y la inversión.
Sin embargo, prevalecen retos importantes en las capacidades de los países para avanzar en la agenda de facilitación del comercio. La Región debe priorizar y equilibrar sus políticas públicas para atender las prioridades de recaudación fiscal, así como resguardar la seguridad y la salud. El movimiento eficiente de mercancías a través de las fronteras requiere, en algunas circunstancias, reestructuraciones profundas de los procesos, adopción de tecnologías, así como coordinación entre las agencias de control fronterizo y con el sector privado. Estas son las áreas donde los países en desarrollo a nivel mundial reportan los mayores retos (Categoría C del Acuerdo de Facilitación del Comercio de OMC).
La Facilitación del Comercio no es solamente para la Aduana, aplica a otras agencias de control fronterizo que llevan a cabo funciones de seguridad, sanidad, migración, defensa, cultura, y protección del medio ambiente, entre otras. Podría interpretarse que el AFC está diseñado para las Administraciones Aduaneras, como entidad que resguarda las actividades de comercio exterior en las fronteras y es responsable por su implementación. Sin embargo, la cooperación y coordinación con otros reguladores aun es un reto. Todas las agencias de control en fronteras deben vincularse de forma consistente en los procesos, adaptar sus procedimientos para hacer un balance entre la necesidad de facilitar el comercio para el crecimiento económico y sus responsabilidades para mantener los controles de recaudación, salud, sanidad, seguridad, y otros, que son clave para los intereses nacionales.
La facilitación del comercio es una herramienta para el crecimiento, la productividad, la innovación, asegurando la sanidad y la seguridad, y fomentando la inclusión de sectores que no están totalmente integrados en las cadenas de valor. Hay una percepción que el comercio internacional es una tarea simple, pero exportar e importar no es un sistema directo o lineal. Es un proceso bastante complejo, donde intervienen muchos actores, con distintas prioridades y objetivos. En los procesos de comercio internacional hay varias partes involucradas: los productores, los exportadores, transportistas, agencias de gobierno e instituciones financieras. El AFC describe las medidas que deben ser implementadas, pero la profundidad y el alcance de las mismas no se prescribe específicamente. Por ejemplo, el Acuerdo obliga a la publicación de las medidas y las regulaciones, algo que la mayoría de los gobiernos reportan haber implementado. Sin embargo, una empresa exportadora nueva frecuentemente encuentra muy complicado encontrar la información dispersa en más de un sitio. El AFC/OMC establece un nivel mínimo para la transparencia, pero los gobiernos deben aspirar no solamente a cumplir con el AFC, que es una guía de buenas prácticas, sino a generar valor los usuarios y atender las necesidades de las empresas, ayudándoles a ser más productivas y rentables, y promoviendo la competitividad en los mercados globales. Hay que tener en mente que el Acuerdo no es un fin en sí mismo, sino una herramienta para el desarrollo.
Cuando diseñemos una intervención para facilitar el comercio, debemos caminar en los zapatos de los exportadores y los importadores, tomando en consideración los retos y los costos que estas empresas enfrentan. Y al mismo tiempo, considerar los roles, a veces poco comprendidos, que ejercen los funcionarios de control fronterizo, usualmente operando con recursos limitados en fronteras y puertos congestionados, a veces remotos; quienes tienen responsabilidades oficiales de implementar controles y recaudar ingresos fiscales. Cuando pensemos en políticas regionales, debemos pensar sobre todo, en la parte humana, en las personas a cargo de la implementación. Cuando estos funcionarios estén comprometidos con sus roles, tengan los recursos y las capacidades de ejecutarlos ; y que estas acciones se traduzcan en una reducción de costos y tiempos para el comercio de las empresas, entonces podremos decir que la Estrategia y las medidas de facilitación del comercio están teniendo éxito.
Por: Gabriela Montenegro-Calderón
Economía Digital y Facilitadora de Negocios
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